Isaba



Isaba es la localidad más septentrional del Valle de Roncal. Bajo la peña de Ezkaurre, nace en la confluencia de los ríos Belagua y Ustarroz. De ella parte la carretera de Belagua que cruza el impresionante valle de origen glaciar donde se practican deportes de invierno como el esquí de fondo o, ya en la estación francesa de Arette, esquí alpino. Por ello, Isaba ofrece al visitante multitud de servicios turísticos, aparte de la belleza de la villa con hermosas casas blasonadas y arcos góticos y rústicos puentes. Destaca la iglesia de San Cipriano, del siglo XVI, con un aire de fortaleza y curioso tejado rojizo. Tiene un bonito retablo mayor de estilo plateresco, un hermoso órgano barroco de 1751 y una talla de la Virgen de Idoya con el Niño. Esta Virgen también cuenta con una ermita a las afueras, mágnífico monumento renacentista.
 
Desde los miradores próximos se admira un paisaje espectacular, protagonizado por cumbres que superan los 2.000 metros, como el Anie, la Mesa de los Tres Reyes, el Txamantxoia, el Lakartxela,... o el espectacular macizo kárstico de Larra.
 
Una bonita perspectiva se obtiene desde la famosa Venta de Juan Pito. Muy cerca, junto al mojón fronterizo 262 de la Piedra de San Martín, se celebra todos los 13 de julio el Tributo de las Tres Vacas. En 1375, una sentencia quiso poner fin a eternas disputas entre los valles por el aprovechamiento del agua y de los pastos. Lo que fue el pago de este impuesto, es hoy un bonito rito. A un lado de la frontera se sitúan los alcaldes roncaleses vestidos tradicionalmente: sombrero, capote y valona. En el otro lado, los alcaldes de Baretous ataviados con la indumentaria típica francesa y la banda tricolor de la República cruzando el pecho. El alcalde de Isaba pregunta tres veces a los franceses si van a pagar el tributo de las tres vacas “de igual dentaje y pelaje” a cambio del uso del agua y los pastos 28 días al año. Los franceses contestan que sí y el de Isaba promete paz en adelante. Incluso un veterinario inspecciona la salud de las reses.